Jesús Zafra
Dos derrotas en dos partidos, seis goles en contra y tres a favor. Este es el balance que deja por ahora el Real Jaén en su ansiado retorno a la segunda división. Algunos esperaban más y por ello, a pesar de que sólo estamos en agosto, empieza a cundir el desanimo entre parte de la afición.
El gran objetivo para esta temporada no es otro que la permanencia y no se conseguirá de manera fácil. Es normal que a muchos nos asalten las dudas después de este mal inicio pero no olvidemos que este equipo, aunque ahora se codeé con históricos como el Real Zaragoza, estaba hace pocos años al borde de la desaparición y con serios problemas económicos. A Jaén no han venido jeques a invertir en el equipo, ni equipos italianos a cedernos jugadores de primer nivel. Somos un equipo humilde que el año pasado dio la campanada ante equipos como el Cádiz o el Cartagena, dónde todavía nos mirán con envidia y se preguntan cómo pudimos ascender teniendo mucho menos presupuesto.
Puede que falten más jugadores con experiencia contrastada en segunda división, pero también es cierto que las fichas de esos jugadores son más altas que las de los actuales y la liga ha puesto una limitación a la masa salarial. A pesar de las obligadas estrecheces, se habla de la incorporación de un extremo cedido como guinda antes de cerrar la plantilla. Analizando la actual plantilla, sin embargo, se aprecian mayores carencias: Sólo disponemos de dos nueves puros y recolocar a otros jugadores en esa posición son parches que no han dado buen resultado en el pasado. Diego Cascón está muy castigado por las lesiones y el riesgo de que Jona sea el único disponible para ese puesto clave durante gran parte de la temporada hace que debiera ser prioritaria la incorporación de un tercer punta. Sólo queda esperar que las gestiones para mejorar la plantilla acaben llegando a buen puerto. La secretaría técnica, la misma que logró el deseado ascenso optimizando al máximo los escasos recursos, merece un voto de confianza.
En el aspecto deportivo, tampoco queda otra que mantener la confianza. Manolo Herrero, el mismo que nos llevo a la gloria del ascenso hace solo unos meses, es un técnico de garantías que debe encontrar la manera de dar la vuelta a la tortilla, sobre todo en el plano defensivo. El conjunto blanco que el año pasado se caracterizaba por su seguridad defensiva, llegando a ser el menos goleado de su grupo, no se puede permitir encajar goles con tanta facilidad y menos aún a balón parado. Esto denota que la concentración a la hora de afrontar los partidos no está siendo la más adecuada. En segunda, nos enfrentamos a delanteros muchos más potentes y cada pequeño error se paga.
El próximo partido en Lugo será clave para hacer borrón y cuenta nueva. Sobre todo para mejorar el estado anímico de cara a futuros compromisos ante equipos llamados a luchar por el ascenso como Girona, Las Palmas o Córdoba.