Alejandro Copete
¿Se acuerdan de lo que decíamos del Barcelona B? Más de lo mismo. A los filiales no se le exige solamente que saquen jugadores comparables a los de talla mundial, sino que encima deben conseguir posiciones dignas en la tabla. Mucha presión para un filial que ha visto, como es algo común en ella, su equipo desmantelado tras una gran temporada.
El Castilla no solo nutre al Real Madrid, sino que la diáspora de jóvenes valores blancos se expande por todo el país y el extranjero: desde los internacionales Negredo y Juan Mata hasta los ‘clase media’ como Juanfran y Rivera. Incluso el Real Jaén cuenta con jugadores que han pasado por la ‘Fábrica’. Y ese éxodo se nota en el juego del equipo.
Sin los Jesé, Casemiro, Cherychev y compañía, el Real Madrid Castilla cierra la tabla de la Segunda División. La víctima fue Alberto Toril, que fue destituido de su cargo. Ahora la patata caliente la tiene Manolo Díaz, que tiene la misión de hacer remontar el vuelo del conjunto blanco.
Borja García, que repite del bloque del año pasado, es el timón del equipo, que cuenta entre sus estrellas y ya casi jugador del primer equipo al lateral Jorge Casado. Otro defensa, el central Derik, es la nueva esperanza blanca siendo ya internacional por España en categorías inferiores. La problemática de este Castilla es la increíble falta de gol, siendo Omar el máximo goleador del equipo con solamente 3 goles. Y es centrocampista. La Fábrica de momento se ha quedado sin dinamita.
El debate está servido de nuevo: ¿nutrir al primer equipo, quedar bien en la tabla o ambas cosas? Los filiales se encuentran en dicha encrucijada mientras que, cada vez más, se plantea la posibilidad de una liga de equipos filiales para no desvirtuar la competición. Mientras todo esto sucede, en las mentes de los jugadores solo tienen pendiente una cosa: que Ancelotti les vea jugar y haga subir su característica ceja.