El aficionado del Real Jaén es conocedor de la particularidad de los equipos filiales. Amargo recuerdo de aquellos playoffs de ascenso a Segunda División en los que Villareal B y Barcelona B dejaban al equipo jiennense un año más en el pozo. La situación no difiere mucho en el caso del Real Jaén B, un equipo que no todos conocemos pero que tiene muchas «cositas».
Si hablamos del filial blanco, a la falta de recursos, aplicable a todas las categorías inferiores, hay que sumar otros muchos detalles con los que no conseguiría terminar este artículo nunca. Centrado en la complejidad de dirigir prácticamente una nueva plantilla año tras año, se podría decir que el entrenador del Real Jaén B, Rafa Ortega, se ha convertido en un excelso gestor de este tipo de situaciones. A ello suma un buen ojo clínico para captar jóvenes de la provincia que tienen «cositas», así como para sumar a su proyecto a profesionales del fútbol humilde, ese que no sale en televisión pero que bien merecen una mención en ese trabajo oscuro del día a día (David, José Luis y Puma). Volviendo al plantel, jugadores que no reciben remuneración económica de ningún tipo por jugar en el filial del Real Jaén, que a nadie se le olvide este detalle. En pocos lugares pueden presumir de este compromiso con la causa. Están vistiendo la camiseta del club jiennense porque ellos quieren, después cada uno de ellos tendrá sus motivos, pero entre estas razones no está el dinero precisamente.
La oportunidad de llegar al primer equipo está ahí. El caso reciente de Mario Martos es el fiel ejemplo. Con el ascenso del Real Jaén a Segunda División se complica esta hazaña pero de equipos andaluces como Sevilla, Málaga o Betis han salido grandes futbolistas que jugando en Segunda División B o en Tercera se han hecho con un hueco en plantillas en las que los euros traen la felicidad, véase el caso de Alberto Moreno, Portillo o Vadillo. La opción de llegar a categorías superiores como la Tercera División también es palpable, y el filial blanco es un gran escenario para alcanzar estas cotas. Algunos futbolistas que pasaron por este equipo ahora tienen la suerte de jugar en clubes como Los Villares CF (Alberto García), Atlético Mancha Real (Juan Serrano) o Villacarrillo CF (Jesús Cuevas).
Juventud, divino tesoro. Eso decía Rubén Darío. La edad media de la plantilla del Real Jaén B es de 19,8 años. No se trata de jóvenes conflictivos como podemos ver en alguna televisión nacional. Todo lo contrario, chicos comprometidos con un proyecto que sienten como suyo y por el que pelean contra levante y poniente. A ninguno de ellos le faltan «cositas», cualidades y habilidades para demostrar con un balón que están aquí para hacerse oír. Pero sin duda, lo mejor de esta lozanía es el sentimiento de pertenencia a una familia que componen jugadores y técnicos. Un ambiente acogedor aunque sin perder el horizonte de la competitividad domingo tras domingo.
La situación actual del filial del Real Jaén le sitúa en undécima posición con 17 puntos en 13 partidos -cinco victorias, dos empates y seis derrotas-, 17 goles a favor y 22 en contra. La pasada campaña, con el mismo número de partidos disputados, se encontraba en el séptimo puesto y contaba con 21 puntos, 14 goles a favor y 11 en contra. De una temporada a otra los números no han cambiado excesivamente. Se observa más debilidad en defensa, es la línea que más jugadores ha incorporado este año; si bien la faceta ofensiva ofrece más resolución.
Dejando de lado estadísticas y números, el equipo de Rafa Ortega tiene «cositas». Tiene una identidad. Lo mejor de esta identidad es que van a morir con ella. No renuncian a tener el balón sea quien sea el rival que tengan enfrente, han aprendido a sacar partidos sufriendo como equipo y trabajando como colectivo, presentan alternativas ofensivas de todo tipo y cuenta con piezas que ayudan a solucionar encuentros y jugadores que, como se suele decir, ayudan a tirar del carro. Hay recursos muy positivos pero también mucho trabajo por delante para continuar creciendo en ilusión y acercarse a la parte alta de la tabla, algo que para nada le vendría grande a este conjunto.
El fútbol humilde carece de altavoces que le ayuden a crecer pero esas «cositas» que tiene el Real Jaén B son las que le hacen diferente del resto de equipos. No se trata de grandes aspectos o lujosos adornos. Es tan sencillo como simplificar la esencia del fútbol y disfrutar de las pequeñas cosas de este deporte. Como la vida misma. Si lo quiere comprobar, cada quince días tiene una cita en el Sebastián Barajas, no se arrepentirá.