Alejandro Copete // @Ale_Copete
En uno de los momentos más dulces del madridismo, con aún reciente el título de Copa del Rey y la clasificación para la final de la Liga de Campeones, El Real Madrid Castilla es el punto negro. Hablemos un poco de Europa. En España tenemos ese vicio, esa mala costumbre, de denominar a los equipos por su ciudad de origen (llegando a auténticos horrores como el Bilbao o el Huelva); por lo que a quién decimos el Madrid, fuera de nuestras fronteras es el Real. Un adjetivo que impone respeto, pero que también es una pesada carga.
El filial madridista lleva todo el año jugando con fuego. La llegada de Manolo Díaz por Toril pareció remontar un poco el vuelo de un pájaro joven que ha vuelto a caer. Les vienen ahora dos partidos claves para saber su futuro. Desde arriba y desde las gradas quieren ver a sus chavales como los mayores, y les exigen las mismas glorias y alegrías. Algo que puede hacer temblar a cualquiera, y por supuesto a jugadores de 19 y 20 años. Quieren nuevos Cristianos y Jesés. Y los quieren ahora.
Pero no todos son novatos en las filas blancas. Jugadores importantes como el guardameta Pacheco y el centrocampista Jaime Romero son internacionales en las categorías inferiores de la Selección Española. Otro internacional, brasileño, es el delantero Willian José, que llegó en invierno para paliar los problemas de gol del filial, aunque de momento el máximo goleador es Raúl de Tomás con solamente 7 goles en su haber a estas alturas de temporada.
La presión por mantener el filial en la categoría de plata es el día a día del vestuario madridista. En Segunda hay más cámaras, más ojeadores, más posibles beneficios por traspasos. Los rivales son mejores, pueden llegar clásicos del fútbol español a tu estadio, cada jornada sería como un reto donde el premio es el mayor de los jamás soñados. Podemos extrapolarlo a todos los equipos que militan la categoría. Por ello, de aquí al final de liga, cada partido es ahora una batalla para todos los clubes, cada fin de semana una guerra que disputar y cada estadio una trinchera donde esperar el momento del ataque final.