Alejandro Copete // @Ale_Copete
Estos tiempos son los mejores para el San Roque de Lepe, tanto para lo bueno como para lo malo. Éxitos como la Copa Federación en el 2010 y fracasos como descensos a Tercera y la casi desaparición del club debido a una oscura red de negocios e intereses han hecho vivir a los aficionados leperos todo un torbellino de emociones. Tras un año de ausencia, el CD San Roque vuelve a la Segunda B con el objetivo de seguir sumando años en la categoría y permitir vivir a este club de casi 60 años que comparado con otros, es solamente un chavalín todavía.
La gloria se ha quedado atrás y los objetivos son ahora más humildes, pero no por ello perder la competitividad. Que nadie se tome al equipo aurinegro como un chiste. Tras un inicio irregular, el San Roque consiguió encadenar una buena racha de resultados que le permite respirar un poco ahora que parece que se ha vuelto a estancar de nuevo tras dos derrotas consecutivas. Pero de momento son los números los que dictan sentencia y estos muestran un equipo en tierra de nadie: a 4 del descenso y a 3 del Real Jaén. Eso si, sólo un empate en lo que llevamos de liga dice mucho del estilo de juego: a matar o a morir con las botas puestas.
El míster Ceballos, único superviviente de aquel 2010 ha conseguido mantener el bloque del ascenso y complementarlo con jugadores que la mayoría de ellos son de la Tercera División en la que el club onubense aprovechó para pescar jóvenes valores; aunque también han llegado jugadores de amplia experiencia como el mediocentro Álex Zambrano y Keita, todo un portento físico que ha llegado a Lepe pisando fuerte. Sigue Mustafá, héroe del año pasado y que con su velocidad y resistencia le permite apuñalar por las bandas a los rivales.
El club deportivo de Lepe se encomienda al patrón de la ciudad para obtener resultados. Lo lleva en su nombre, en su origen y en su sangre. De momento se oyen las plegarias desde arriba, aunque siempre queda la posibilidad de perder el tacto divino y convertirse en un chiste. Tras haber sentido, casi tocado, la muerte; el San Roque no quiere sufrir más martirios.