Alejandro Copete // @Ale_Copete
Cuando era pequeño todos los lunes después de las jornadas de fútbol, en un mundo donde solo existían los teléfonos fijos y los ordenadores eran cosas de películas que ocupaban grandes alas, hacían ruiditos extraños y tenían muchas bombillitas de colores; gustaba de ver la tabla clasificatoria en el Teletexto. Siempre quería que mi equipo apareciera subrayado en color verde, que es el que se suele usar para la gente de arriba, pero a veces la realidad me mostraba a mi equipo subrayado de color rojo. Peligro. Un color de amenaza, de malos presagios, un color que te avisa que tienes que hacer algo.
Los aficionados de La Hoya Lorca CF ha pasado en tan sólo un año de ver el nombre de su equipo en verde a verlo en rojo durante muchas jornadas, ocupando incluso el puesto de colista del grupo IV de la Segunda B. El proyecto inciado el año pasado y que ha pasado a la Historia local como “El Brócoli mecánico” ha quedado aparcado. Y ha sido consenso de directiva, cuerpo técnico (José Miguel Campos, conocido de la parroquia jiennense) y jugadores, que tras una mala primera vuelta se han visto obligados a remar contracorriente y luchar por salvar sus vidas. Tras una buena racha como visitante (2 victorias) y un empate en casa contra el Cádiz, que siempre sube un poco la moral; el club murciano deja, de momento, de subrayar su nombre en rojo y se encuentra a 1 punto del descenso.
El cambio en estos inicios de la segunda vuelta está siendo destacado. No solamente en resultados, sino en una mejoría en el juego basándose en dos conceptos que suelen ir unidos en este deporte: oficio para dejar la portería a 0 y efectividad para ponerte por delante en un descuido del rival. Ya sea con contras rápidas gracias a jugadores como Joselu, que llegará entre algodones al partido del domingo; o con un recurso que le está viniendo muy bien últimamente: las jugadas a balón parado. También en esa mejoría en el césped del Francisco Artés ha tenido que ver hombres que han llegado en el mercado de invierno como el central Dani Peralta y el delantero Ibrahim. El pivote Pardo es el equilibrio de un equipo que ya se ha resignado y se arremanga la camiseta para dar el callo.
Atrás queda la temporada pasada, donde maravillaron a todos. Si quieren seguir vivos, tienen que luchar y trabajar hasta conseguir la salvación. En un lugar como Lorca, donde los aficionados futboleros han ido pegando tumbos de refundación en refundación, encontrar las aguas calmadas se hace necesario. Y la pedanía que a poco estuvo de obtener la gloria es consciente ya que el color rojo va a estar al acecho jornada tras jornada.