Alejandro Copete // Ale_Copete
El conjunto manchego volvía al Grupo IV y de nuevo quedaba exiliado del resto de sus compatriotas, siendo una isla entre los extremeños, andaluces y murcianos que meten sus kilometradas para enfrentarse entre ellos. Con la idea de permanecer otro año más consecutivo en la Segunda B sin descender, con renovación de plantilla y cuerpo técnico, La Roda CF comenzaba el curso como un barco al que acababan de romper la botella en su casco, el ritual clásico para evitar los desastres. Pero dicho navío ya empieza a hacer aguas cuando apenas ha salido del puerto.
Solamente un punto de 18 posibles hacen que La Roda ocupe el farolillo rojo. Y ese empate fue en la primera jornada contra el Melilla. Por lo que son 5 partidos consecutivos con la derrota a cuestas, algo que desmoraliza a cualquiera. Y entras más aun en esa espiral cuando pierdes partidos por errores tuyos, por decisiones árbitrales dudosas o por simplemente, pura mala suerte. La pasada jornada se dió esa circunstacia contra el Marbella, los manchegos no merecieron perder según las crónicas.
Esas sensaciones son a las que se agarra el entrenador debutante en la categoría José Carlos Mullor, que ya siente la espada de Damocles sobre su cabeza. Su destino dependerá mucho de la labor de Megías, de los pocos que siguen en el equipo rojillo con respecto a la pasada temporada, y actual pichichi del equipo con 3 tantos. Otro de los baluartes de la ofensiva es el ex-lagarto Israel Jerez mientras que todos esperan un mejor rendimiento de la defensa tras 14 goles encajados en estas 6 jornadas. El veterano Dani Fragoso, fichado casi a última hora, debe ser el dueño de esa parcela mietras que los chinos Jiawei y Wu están aportando de momento más exotismo que calidad.
No ha podido ser peor el retorno al Grupo IV de un La Roda que el año pasado, en el grupo II, sufrió para salvarse no solo en los campos de fútbol, sino en los despachos con denuncias de impagos y amenazas de desaparición. Eso provocó el exilio y el esfuerzo por empezar de cero de la entidad manchega que tiene por delante una alta mntaña por escalar, un vasto océano que navegar y una terrible caída por evitar. Y aunque sea pronto, el reloj ya comienza a contar hacia atrás.