Rosa Bárcenas
A veces soñamos cosas que no vienen a cuento y sin sentido, dicen que los sueños son una necesidad fisiológica que tiene nuestro cerebro para eliminar tensiones. Los sueños son una experiencia subjetiva donde se mezclan imágenes junto a sonidos y sensaciones que, a veces, pueden fomentar la creatividad y nos permiten encontrar respuestas a aspectos que despiertos no encontramos. Yo un día tuve un sueño muy chulo: estaba en el Atlas bien acompañada, rodeada de bellas montañas, mezcladas de olores y sabores marroquíes. Tanto me gustó la sensación al despertar que me codujo a buscar el motivo de mi feliz experiencia entre mis sábanas y tratar de vivirlo de verdad. A veces las cosas que nos empujan a hacer cosas son surrealistas, proyectos, sueños, promesas, el motivo da lo mismo siempre que el motor sea la ilusión y así me embarqué en un bello viaje a Marruecos, repleto de vivencias y experiencias de todo tipo.
Es Marruecos un interesante país lleno de contrastes, rico en cultura, gastronomía y bellas montañas. La cordillera del Atlas es un sistema montañoso que recorre, a lo largo de 2.400 km, el noroeste de África. La cordillera recorre Túnez, Argelia y Marruecos, siendo su pico más alto el Toubkal, con 4.165 m, al sudoeste de Marruecos al que le acompañan otro montón de cumbres por encima de los cuatro mil metros de altitud. Nosotros hemos logrado alcanzar cuatro de esas cumbres incluida la del famoso Toubkal en un par de soleados días de este mes de marzo, con viento incómodo el primer día pero con buena nieve y grandiosas vistas. Además de andar por dichas cumbres, he comido ‘tajín’ y cuscús, bebido mucho té con hierbabuena y toneladas de azúcar, he regateado hasta la saciedad para coger un taxi, tomar una cerveza y comprar unos pendientes, he sudado y pasado frío, he visto la sonrisa feliz de muchos niños mal vestidos y sin zapatos, me he cruzado con la pobreza y también con la riqueza, he dormido, paseado y conocido a gente muy interesante, en definitiva ¡he vivido! y ya se sabe: la vida es sueño, y los sueños, sueños eran…¡hasta que apostamos por hacerlos realidad!