Tomar la decisión adecuada en un momento de tensión puede ser tan importante como la preparación física, técnica o nutricional.
Francisco Trillo // @ChescoTrillo
El deporte de alta competición conlleva grandes tardes de disfrute y gloria fruto de un largo camino de sufrimiento, esfuerzo, compromiso y superación de reto. De manera general, como espectadores, solemos ver sólo la gloria de ese deportista que acaba ganando la final del Mundial de fútbol, el Gram Slam o el oro Olímpico. Sin embargo esto es sólo el 5% del trabajo visible. Si pudiéramos representar gráficamente este proceso, la celebración de la victoria sería la parte visible del iceberg, mientas que más del 90% de ese trabajo estaría por debajo del agua, donde nosotros como espectadores nunca llegaremos a ver del todo para comprender lo valioso de esa victoria.
De este modo el deporte de alta competición tiene también una ‘cara B’. En esta cara oscura de la preparación deportiva encontraremos la exigencias físicas, psicológicas, sociales, económicas (algunos deportistas de alto rendimiento dependen de patrocinadores), familiares así como lidiar con los contratiempos con las lesiones. De esta forma cuando un deportista llega a la fase final de su competición y sobre todo si se mantiene durante años al máximo nivel en su deporte probablemente sea porque ha sabido manejar las exigencias de las citadas variables y se ha adaptado para superarlas.
En los últimos días, durante este mes de septiembre, hemos encontrado dos casos que sorprendentemente llaman la atención acerca del manejo de estas exigencias. Uno de ellos es el caso de Serena Williams en la final del US Open 2018. Tras perder claramente su primer set frente a la japonesa de 20 años Osaka por 6-2, su frustración fue agravándose a lo largo del partido entrando en disputa con el árbitro (no entraremos a valorar su conducta) hasta llegar a perder por completo su concentración y dejándose llevar por su emoción. Serena decidió confrontar verbalmente en vez de centrarse en su juego. Resultado: Perdió el partido frente a la numero 20 del ranking y dejó una imagen que quedará para la historia de este deporte.
La otra acción sorprendente y antideportiva la encontramos en Moto2. Romano Fenati tocó el freno de su rival, Manzi, en plena carrera a 217km/h lo que pudo provocar un desastre. Esta acción que como espectador uno puede decir claramente es una barbaridad se traduce en una consecuencia lógica, a nivel conductual, cuando una persona no es capaz de manejar correctamente la emoción que vive en cada instante. A los pocos días Fenati pidió perdón y achacó la acción a “su naturaleza impulsiva”. Fenati decidió culpar a su “biología o genética” en vez de centrarse en saber manejar sus emociones y ser mejor motociclista. Resultado: Fenati a sus 22 años ya no correrá más y dejó una imagen que quedará para la historia de este deporte.
Parece mentira que profesionales de la alta competición que disponen de grandes medios tecnológicos y recursos humanos empañen sus carreras deportivas por el mal manejo de sus emociones, en ambos casos la impulsividad. La impulsividad puede llevarte a perder en un segundo todo lo que has estado toda tu vida trabajando. Incluso los más grandes deportistas pueden fallar en esta variable de su entrenamiento. La psicología deportiva ayuda a manejar la emoción a tu favor, sin negarla, sin dejarse llevar por ella sino canalizándola para conseguir tu propio éxito. Tener la capacidad de tomar la decisión más acertada bajo una situación de presión se puede entrenar, si eres deportista o entrenador, no dejes de tener en cuenta este aspecto clave en la preparación deportiva, ya que como hemos visto con los ejemplos de Serena y Fenati, con una mala decisión puedes perder la oportunidad de conseguir para lo que llevas años preparándote.
Documental: Over the limit, 2018. https://www.youtube.com/watch?v=PgreDeOHXCY
@chescotrillo
www.chescotrillo.com