Qué sería la vida sin esos dos conceptos tan fundamentales para seguir respirando, sobre todo en los tiempos difíciles por los que atravesamos.
La confianza en nosotros mismos es la creencia propia de que seremos capaces de lograr que suceda algo que anhelamos o perseguimos y cuya consecución nos resulta especialmente atractiva. La ilusión sin embargo, es un sentimiento sugerido por la imaginación, que nos aportan esperanza de conseguir lo que deseamos intensamente. Si unimos ambos conceptos sale una pócima mágica que si la bebemos, nos vuelve más fuertes que el vinagre, generando tesón a prueba de bombas para seguir adelante, caminando sin parar hacia lo que vendrá, sorteando ese sendero pedregoso y angosto hacia aquello que buscamos.
Creo que tras el largo confinamiento, hemos sentido diferentes emociones. Las emociones responden a estímulos que percibimos y tienen una clara repercusión en lo que pensamos y hacemos. Éstas pueden coexistir de manera simultánea aunque sean contradictorias, de modo que es posible sentir miedo ante un futuro incierto pero a la vez sentir ilusión por próximos proyectos. Podemos sentir decepción por el curso de los acontecimientos, pero a la vez, podemos sentir motivación por cambiar las cosas para mejorar, para sumar.
Hemos tenido tiempo para pensar, para dar vueltas y más vueltas al pasado, a lo que teníamos, a lo que tenemos, a la que fue, a lo que ya no es, pero, y lo qué será, ¿qué hay del futuro? Todos, creo, que hemos hecho algún barco de papel durante esta etapa sobre lo que será, nos hemos rascado por dentro, allí donde molesta hurgar, donde nunca tenemos tiempo de mirar porque nuestra vida es un caos de prisas y tareas innecesarias que no sabemos filtrar, de las que no sabemos desconectar para dejar paso a lo básico, que es ser conscientes de que respiramos. ¿Hemos indagado nuestro interior?, y sobre todo ¿ha servido de algo?
Pues yo tengo la confianza y la ilusión de que sí de que sí que lo hemos hecho y grandes cosas están por llegar; estoy segura de que habrá más viajes y más cumbres y retos, y compartiré más risas y besos y abrazos con mis seres queridos; y me mezclaré con otras culturas y otras costumbres en recónditos lugares de este Planeta; y respiraré en otros mundos lejanos que ahora, después de todo esto, siento más cercanos…
Porque lo importante no es la cumbre, sino el camino. Aunque no podemos perder de vista lo más alto…con confianza e ilusión.