En menos de una semana, Natalia Romero Franco viene de dar dos pasos de gigante para su doble trayectoria atlética y profesional: el derecho a ser olímpica en los 800 metros de Tokio 2020 y el ascenso a Profesora Titular en la Facultad de Enfermería y Fisioterapia de la UIB.
Un doble logro plenamente merecido para aquella niña inquieta de 7 años que pudo ser balonmanista en vez de atleta, y a quien las exigencias laborales tras cambiar Mallorca por su Jaén natal llegaron a hacerle pensar en dejar el deporte.
En esta interesante entrevista en la web de la Real Federación Española de Atletismo, la atleta jiennense de su doble pasión por el atletismo y por su trabajo, de su doble faceta laboral como docente e investigadora, de sus dos etapas atléticas como cuatrocentista y ochocentista (y del punto de inflexión crítico que la llevó a cambiar de distancia), y de por qué se siente «doblemente querida» por su doble arraigo en sus tierras natal y adoptiva.
Asimismo, Natalia se refiere a sus expectativas y metas en Tokio, a su potencial futuro, o a por qué le «encanta competir» con Esther Guerrero; y analiza todo el largo proceso que -gracias sobre todo a dos personas- la ha llevado a encarar en los próximos JJ.OO.
Un proceso que incluyó superar un confinamiento doblemente doloroso, y que tuvo su colofón con ese espectacular y valiente triunfo (+ marca personal) en el Campeonato de España…
¿Qué supone para ti disputar por primera vez unos JJ.OO. con casi 33 años y tras una extensa trayectoria atlética?
Creo que, como para cualquier deportista, la cita olímpica es «la cita», «la competición», y mucho más que eso: «el sueño»… y para mí no es menos. Es ese evento deportivo que paraliza el mundo y que siempre has visto de pequeña como alcanzable solo para unos cuantos elegidos. Nunca piensas que vayas a ser uno de esos deportistas que lo consiguen. Solo pensarlo me sigue poniendo la piel de gallina.
Desde luego, lo has buscado y te lo has ganado a pulso, compitiendo a menudo en España y fuera, y firmando dos MMP en las dos últimas semanas del periodo clasificatorio: 2:02.41 en Italia (17-jun) y 2:02.26 en Getafe (27-jun). ¿Cómo viviste esos días inciertos, y cuándo empezaste a ver claro que podías ir a Tokio? ¿Teníais claro tú y tu entrenador que eran la planificación y estrategia correctas?
Con mucha incertidumbre, la verdad. Sabíamos que estábamos cerca en el ranking, y que el Campeonato de España estaba ahí, dándonos la posibilidad de conseguir un buen puñado de puntos. Por casualidad y un poco antes, Italia llegó como un regalo que supimos aprovechar. Y además, nos dio mucha confianza, que se sumó a la que ya teníamos de otras carreras en España, como la de Salamanca [2:02.94, entonces a 31 centésimas de su tope]. Fueron semanas en las que todo iba saliendo. ¡Al final, la planificación cuadró y la estrategia dio resultado! Aún estamos sorprendidos de que saliera tan bien, porque era muy arriesgado. Pero mi estado de forma y los entrenamientos que estaban (¡y están!) saliendo nos decían que podía ser posible…
Tu exhibición a lo ‘front runner’ en el pasado Campeonato de España no es nueva, pues ya te proclamaste campeona nacional bajo techo en Ourense 2020 pasando también el 400m por debajo del minuto (59.80, por 59.36 en Getafe). ¿Te sirvió esa experiencia para tener más confianza en poder rebajar tu marca en el Nacional?
Siempre es complicado y arriesgado afrontar una final de ese modo. No pensé en otros campeonatos; solo me tranquilizaba saber los entrenamientos que estaba haciendo y lo bien que estaba encontrándome, cada día un poco mejor… y con esa confianza, lo demás vino solo.
Curiosamente, tanto tu MMP al aire libre (2:02.26) como en pista cubierta (2:03.78) las has logrado en esos dos Nacionales. ¿Qué marca crees que podrías valer con una buena liebre, o en una carrera lanzada por rivales potentes? ¿O te sientes más cómoda corriendo así, a tumba abierta?
Aunque es cierto que tengo el ritmo del 800 bastante interiorizado, siempre es mucho más fácil no tener que asumir la responsabilidad de la carrera y «que te lleven», sin tener que pensar en nada más. Sé que tengo una muy buena marca aún en las piernas, pero tampoco voy a obsesionarme con eso. Estamos bien, que es lo importante para que la marca salga.
¿Con qué objetivos, de marca y/o puesto, vas a afrontar la cita olímpica?
Mentiría si te dijera que, ahora que lo he conseguido, me conformo con ir. Quiero hacer un buen papel; voy a darlo todo y disfrutar. Teniendo en cuenta que soy muy competitiva y exigente, lucharé al máximo por estar lo más arriba posible.
Aunque tu punto culminante lo hayas alcanzado en mediofondo, iniciaste tu carrera como cuatrocentista, y no diste el salto a los 800m hasta el verano de 2015, pese a que 5 años antes habías registrado 2:06.60 en una de las aisladísimas ocasiones que corriste la prueba. ¿Cómo y por qué se fraguó el cambio de distancia?
En 2015 comencé a trabajar a tiempo completo en la universidad. Era realmente difícil poder entrenar y trabajar en un año en el que tenía muchísimas clases, y además todas nuevas, con su correspondiente preparación (la cual al principio siempre requiere mucho más tiempo). Eso hizo que, cada vez que iba a entrenar, lo hiciese cansada y viese mi rendimiento muy mermado. Los entrenamientos que más me costaban eran los de series rápidas, y en una prueba como el 400… inevitablemente eso pasa factura. En esa situación, mi pensamiento era dejar de entrenar y dar por finalizada mi carrera deportiva. Pero no quería hacerlo sin antes probar el 800. Me llamaba la atención, y me gustaba la idea de incluir entrenamientos «más largos».
¿Te arrepientes de no haberte cambiado antes?
No me arrepiento. Las cosas vienen cuando tienen que venir. El 400 me dio una perspectiva diferente del atletismo; muchas vivencias, amigas, experiencia… Fue otra etapa, también muy bonita.
En todo caso, también acumulaste éxitos como velocista, incluidos 2 títulos nacionales bajo techo en 400m (2009 y 2011) y más de una decena de internacionalidades absolutas (sobre todo con el 4x400m, aunque también fuiste 15ª en el Euroindoor de Turín 2009 con MMP de 54.36). ¿De cuáles de esos logros y competiciones guardas mejor recuerdo?
Guardo grandes recuerdos de mi primera internacionalidad con la selección absoluta en la Copa de Europa de Leiria 2008. Recuerdo ir en el autobús con el resto de las chicas (por aquel entonces, las chicas y los chicos tenían sedes distintas) y no creérmelo. También todos esos relevos 4×400 con las chicas, las risas, los nervios de todas en cámara de llamada…
Tu tope de 400m en pista cubierta (54.20, de 2012) es mejor que el de aire libre (54.32, 2009), y tampoco lograste ningún oro nacional de 400m en verano (frente a los 2 bajo techo). ¿Cómo explicas esa circunstancia?
Bueno, es cierto que el 400 en PC me gustaba mucho más que al aire libre. Es como un «mini 800», con posibilidad de hacer «cierta táctica» muy rápida. Quizás por eso me gustaba tanto y se me daba bien; o al menos, mejor que al aire libre.
Por cierto, ¿cuándo y cómo empezaste a practicar atletismo en tu Jaén natal, y por qué te decantaste por la velocidad?
Empecé realmente por una casualidad. Con 7 añitos, era una niña muy inquieta y quería hacer algún deporte. Creí haberme decantado por el balonmano, el cual se incluía dentro de las actividades extraescolares después del colegio. Sin embargo, el día que fui a probar este deporte, la profesora no pudo venir y, esa misma tarde, me apunté a atletismo.
A pesar de que hacía sobre todo cross y carreras populares, la velocidad me gustaba mucho. ¡De hecho, hacía 300m y longitud! Así que imagino que el 400 era la prueba que más cerca estaba del 300, al requerir velocidad mantenida, sin llegar a ser máxima; y eso me gustaba.
Actualmente llevas más de un lustro viviendo en Mallorca. ¿Sigues considerándote más andaluza que balear, o ahora está la cosa más igualada?
Tengo que decir que me siento muy querida en Baleares, muy cuidada. Palma es mi casa; tengo todas las facilidades del mundo para entrenar y el trabajo de mi vida en la isla. Si a eso le añadimos que Baleares es un lugar espectacular para vivir… Sin embargo, echamos de menos a la familia y amigos… ¡mis sobrinos crecen muy rápido!
Aun así, me siento muy afortunada, porque vivir en Mallorca y ser de Jaén hace que me sienta doblemente querida. Son dos lugares tan distintos y tan increíbles al mismo tiempo, que no me gustaría elegir; prefiero quedarme con lo mejor de cada uno. Tengo la suerte de sentir el calor y el apoyo a partes iguales, y eso me hace muy feliz.
Cuéntanos brevemente en qué consiste tu trabajo en la Universidad de Islas Baleares, y cómo te las arreglas para compaginarlo con los entrenamientos y competiciones…
Soy personal docente e investigador, lo que significa que doy clase en el grado de Fisioterapia y en algunos postgrados, pero también investigo y publico artículos en revistas internacionales. Mi línea de investigación (y la mayoría de mi docencia) es sobre prevención de lesiones, ejercicio terapéutico y fisioterapia deportiva, muy vinculado al deporte. Por eso es más fácil compaginarlo, siendo ambos mundos complementarios para mí (uno me da la experiencia, otro me permite indagarla desde la perspectiva científica y transmitirla).
Me apasiona mi trabajo, la verdad, aunque hay épocas del año en las que se me acumulan muchas horas de clase y se me hace muy muy difícil compaginarlo. Lo paso realmente mal. Durante el primer semestre, por ejemplo, hay días en los que tengo que medir al milímetro lo que tardo en entrenar para poder hacerlo todo y no morir en el intento (y llegar con algo de aliento a clase para concentrarme, ¡y saber qué tengo que explicarles a mis estudiantes ese día!).
¿Qué destacarías de tu entrenador, Pedro Jiménez Reyes, y a qué otras personas tienes que agradecerles que hayas llegado tan lejos en nuestro deporte?
Pedro es tan apasionado del deporte y la investigación como yo. Ambos nos compenetramos muy bien y nos entendemos. Aunque él esté en Madrid y yo en Palma, sabemos cómo cuadrar cada entreno dependiendo de cómo tenga el resto del día de trabajo para poder sacar mi mejor versión en cada entrenamiento. El otro gran protagonista es mi pareja, Enrique. Es mi apoyo incondicional, mi ‘compi’ de entrenamiento, quien tira las series y me anima cuando algo no va bien; pero también quien pone el freno cuando las cosas se aceleran. Todo esto también es suyo.
El primero de tus 3 oros nacionales en 800m no llegó hasta el verano de 2019, principalmente (aunque no sólo) por la tremenda superioridad en la prueba de Esther Guerrero. ¿Fue un alivio cuando se subió al 1.500m, o te habría gustado seguir teniéndola más tiempo como rival directa?
Me encanta competir con Esther. Cuando ella corre, sabes que la carrera va a tener «rumba». Tener a una «rival» así en tu prueba siempre es positivo, porque hace que todas mejoremos. Aunque se haya centrado en el 1.500, sigue siendo muy cañera en 800 y eso siempre es positivo para reavivar la prueba y que las demás no nos relajemos. Además, para mí Esther es todo un referente.
Es raro verte perderte una campaña, ya sea en pista cubierta o al aire libre, pero en 2020 no competiste en el verano post-confinamiento. ¿Cuál fue la causa?
Durante el confinamiento me lesioné. Tuve una lesión importante en la fascia plantar que no me dejaba ni andar sin dolor. La causa fueron los altos volúmenes de impacto que tenía con la cinta de correr en casa, y el hecho de entrenar en asfalto cuando pudimos salir de casa para entrenar. No podía hacer nada sin dolor, y tuvimos que eliminar TODOS los impactos durante un mes. A pesar de todo, no dejé de entrenar ni un solo día. Cambié el impacto por sesiones en la piscina y en un rodillo para la bicicleta. Conseguí poder volver a correr con poquito dolor justo cuando fue el Campeonato de España en Vallehermoso, pero no podíamos forzar nada ni arriesgarnos a perder el 2021… así que decidimos dejar pasar el verano y recuperarnos bien. De hecho, y pese a haber progresado mucho durante el verano, tuvimos que adaptar entrenamientos casi hasta enero, lo cual hizo que la pista cubierta también se resintiera. Eso, junto a un año entero sin competir… hizo que no saliera como esperábamos.
Todo apunta a que estás en tu mejor momento, ¿pero crees que aún te queda mucha tela por cortar? ¿Qué más objetivos y aspiraciones te quedan por alcanzar en el atletismo?
Soy consciente de que no tengo 20 años, pero también de que hemos aprendido mucho durante estos 25 años entrenando. He aprendido a escuchar muy bien a mi cuerpo. No sé cuánto me queda, pero sí sé que mantengo la ilusión y las ganas, y que las fuerzas me acompañan más que nunca. Mientras eso siga, seguiré dando mucha guerra.