Emilio Antolín
David contra Goliat, no será la primera vez que esta temporada se utilice este paralelismo para describir la visita de uno de los ‘gallitos’ de la categoría a la Victoria y, sin embargo, no por muchas veces que se use será menos cierto.
Este fin de semana llega a tierras jiennenses el Girona, una escuadra que el año pasado acarició la gloria y en el último suspiro se quedó a las puertas del Olimpo en favor de nuestros vecinos almerienses. Precisamente lograr el ascenso es, un año más, el objetivo de un equipo que con el cambio de temporada no ha perdido ni una de sus cualidades a pesar de las numerosas bajas. Escuadra equilibrada y compacta, es prácticamente imposible encontrar un ‘pero’ a alguna de sus líneas.
De la solidez de la zona defensiva hablan por sí solas las cifras -dos goles encajados en tres partidos habiendo dejado la portería a cero de dos de ellos-, al igual que la efectividad de sus centrocampistas, dueños de la zona ancha. Sumado a esto dos bandas bien abiertas, veloces y con gol, una mediapunta creativa y con llegada y una delantera cuestionada, pero que hasta la fecha cumple. El 1-4-2-3-1 es su táctica más habitual, adaptándose a la perfección el centro del campo a cada partido, según le toque crear o destruir. Bien plantados sobre el césped, el contragolpe es su arma más mortífera.
En definitiva, un equipo aguerrido que ha sabido reinventarse con Ricardo Rodríguez al mando y que, hasta la fecha, no ha caído derrotado. Un rival duro, con una mezcla casi perfecta de experiencia y juventud, calidad y trabajo, que buscará en Jaén confirmar su buen arranque liguero y demostrar que los problemas institucionales no afectan sobre el césped.
A tener en cuenta: Contragolpes rápidos y mucha llegada desde la segunda línea.
Punto flaco: El juego por alto parece ser una de sus asignaturas pendientes en el arranque liguero.