El día 31 de octubre, la Federación Andaluza de Bolos, ha solicitado a la Delegación Territorial de Turismo, Cultura y Deporte en Jaén, que tramite la incoación para la posterior inscripción en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, de la Actividad de Interés Etnológico, denominada Bolos serranos en la provincia de Jaén, como Bien de Interés Cultural.
Esta institución ha justificado la solicitud basándose en el hecho de que los bolos serranos o bolo andaluz, son el único deporte autóctono federado, procedente de un juego tradicional, que existe en Andalucía. Actualmente, está considerado por la Federación Española de Bolos como especialidad deportiva de ámbito nacional, lo que permite la celebración oficial de Campeonatos de España, debido a que se juega en seis comunidades autónomas, gracias al fenómeno de la migración.
El juego de los bolos autóctonos andaluces es una de las más viejas tradiciones que aún perduran en la provincia de Jaén. Algunas hipótesis sitúan su origen en la Alta Edad Media (siglos XIV y XV). Sin embargo, teniendo en cuenta que el juego que ha llegado conserva, ciertas innovaciones que, según afirman algunos estudiosos, se produjeron en el siglo XVI (bola con agarradera y bolos colocados sobre un tablón), creemos que su llegada tuvo que ser algo posterior.
Existen ciertas referencias históricas sobre la afición a los bolos de los canteros de Cantabria, Guipúzcoa y Vizcaya, provincias con gran tradición bolística, que trabajaron en el Escorial, a partir de 1567. Por ese tiempo, parte de estos artesanos habrían participado en las numerosas obras civiles y religiosas realizadas durante el Renacimiento (siglos XVI y XVII) en la provincia de Jaén y sur de Albacete.
De 1625 es el primer documento escrito que menciona el juego en una localidad concreta de las montañas orientales de Jaén, refiriéndose a un altercado que sucedió en Segura de la Sierra años atrás en una partida de bolos.
Refiriéndose a territorios más amplios en los que se incluyen la zona donde finalmente se conservó el juego, hemos encontrado dos documentos antiguos. El primero data de 1578, referido a la Orden de Santiago, donde se incluía el municipio citado anteriormente, y el otro, de 1626, del Obispado de Jaén.
Ambos escritos son normativas que prohibían jugar a los bolos durante la misa. En el sur peninsular, la afición por el juego fue decreciendo hasta tal punto de desaparecer su práctica en la mayor parte del territorio andaluz.
A duras penas, los bolos llegan hasta el último tercio del siglo XX, refugiados en las montañas orientales de Jaén, las Sierras de Cazorla, Segura y las Villas (de ahí que también sean conocidos con el nombre de “bolos serranos”).
Después de un largo proceso evolutivo, debido al aislamiento de varios siglos, se ha convertido en un juego distinto y singular, espectacular en su desarrollo, impregnado por la idiosincrasia y cultura popular de las gentes de Andalucía, pero que aún conserva algunos lances y normas de los bolos que se practicaban hace 500 años.
En este sentido, desde la Federación Andaluza de Bolos se comprometen a colaborar con el etnólogo o etnóloga que realice la documentación técnica que justifique los valores