Francisco Trillo @ChescoTrillo
La transformación que sufren algunos los padres, madres y familiares de un niño cada fin de semana en la grada de las instalaciones deportivas más que favorecer a competir perjudica, creando estrés y presión a sus propios hijos.
El entorno de un niño deportista es fundamental para que sus capacidades y habilidades se desarrollen a través de la práctica deportiva. Por ello el trabajo con la familia de los deportistas jóvenes es crucial para reforzar los aspectos y variables psicológicas que el ejercicio físico permite potenciar en los niños. Los comportamientos y actitudes de los padres deben ser acordes a los valores y habilidades que pretendemos adquirir con la practica deportiva de nuestros hijos.
En numerosas ocasiones utilizamos la “metáfora del deporte” como un símil para manejarnos en la vida. Los valores que transmite el deporte a través del fair play nos inspiran en nuestra vida cotidiana para esforzarnos a sabiendas de que hay variables externas que no podemos controlar, y que en mayor o menor medida, puede afectar el resultado.
Si nos apropiamos de estos valores deportivos, solidaridad, esfuerzo, dedicación, autoconfianza, control emocional, competitividad, trabajo en equipo, respeto… ¿porqué cuando estamos en una grada de un estadio o delante del televisor se nos olvidan? ¿Es congruente nuestra conducta como forofos cuando vemos a nuestro hijo jugar desde la grada?
Actitud de los padres en la competición
Los padres y madres hoolingans en las gradas son muy comunes. Estos se caracterizan por dar gritos chirriantes, animar al equipo con una serie de tacos, insistir a su hijo en que luche y dé el máximo y recriminarle si algo no lo hace bien (bajo su punto de vista). Por no hablar de la opinión que le merece el árbitro o el propio entrenador de su hijo. Esto no hace más que generar estrés, ansiedad y desgaste emocional al niño, haciendo que deje de hacer lo que más le gusta, jugar a la pelota.
Esta serie de conductas que suelen ser, por desgracia, bastante comunes sobre todo en los campos de fútbol no ayudan a transmitir los valores del deporte. Los comportamientos de los padres deben servir para reforzar lo que el entrenador y el club trabajan sobre el terreno de juego. El padre debe estar para fomentar la deportividad, animar en el esfuerzo, dar poca importancia al error y una vez acabada la competición, tener una conversación con el niño en la que se ponga de manifiesto que como padres, valoran mucho más el esfuerzo, el sacrificio y el disfrute de la practica deportiva, que el resultado obtenido.
Cambio de filosofía: El rendimiento frente al resultado
Si practicas ejercicio físico ¿por qué lo haces? ¿Te es rentable a nivel personal o lo haces para conseguir un resultado? Si practicas ejercicio de manera amateur, seguramente hayas contestado que lo practicas por que te sientes bien, te gusta o te sirve para desconectar de tu vida laboral. Probablemente no buscas un resultado, es decir, no te estarás preparando para Rio 2016 o para el Mundial de Rusia en 2018, al margen de los beneficios en datos que te pueda generar practicar ejercicio físico (bajada de peso, bajada colesterol…).
Cuando hablamos de deporte base es igual. Si le preguntamos a un niño de 8 años porque juega al futbol el único argumento que encontrara es por que le gusta, se lo pasa bien. Por lo tanto un padre que se centra en el resultado está dejando de lado la parte bonita del juego, el disfrutar, el placer que obtenemos cuando jugamos. Cambiar la pregunta ¿Cómo has quedado? frente a otra orientada al rendimiento ¿te ha gustado el partido?, ¿has disfrutado? Favorecerá la integración por parte del joven deportista de los valores y habilidades del deporte.
Como padres y familiares debemos remarcar que el niño deportista tiene dos compromisos fundamentales, el deporte que tanto le gusta y sus estudios (sobre todo si obtiene buen rendimiento deportivo). En este sentido los retos que vayan apareciendo de ambos compromisos permitirán al niño desarrollar una fortaleza mental que le ayudará el resto de su vida como patrón de afrontamiento. Este trabajo debe ser apoyado por los padres, estos deberán tener plena confianza y respeto en el entrenador que será otro elemento clave en el desarrollo integral del jugador. Confianza porque es un educador, formador y modelo más de su hijo y respeto hacia sus decisiones y a la autoridad que ejerce sobre el terreno de juego.
Un estudio revela que el 27% de los preguntados asegura haber asistido a competiciones deportivas escolares en las que se han producido agresiones verbales del público hacia los deportistas. Siendo el público, claro está los propios padres. Si consideramos una instalación deportiva como un centro educativo, ¿te imaginas que en la fiesta de final de curso del colegio de tu hijo/a el 27% de los padres preguntados refirieran que han escuchado insultos mientras los niños y niñas actuaban?
Si, lo que estás pensando, creerías que vivimos en una sociedad enferma.
Un corto: https://www.youtube.com/watch?v=c5F7IsSPlRo
Un monologo: Los padres en el deporte
https://www.youtube.com/watch?v=XIMoA_D6khc
@chescotrillo
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