Francisco Trillo // @ChescoTrillo
Ante el afrontamiento de nuevos retos suele venirnos a la mente si podremos conseguir nuestro objetivo, cómo y qué tendrán otros que nosotros no tenemos. El presente texto pretende dar una oportunidad a uno mismo y trabajar centrándose sólo en nuestra elección.
En una entrevista* radiofónica se le preguntó a Boris Becker (ex tenista tricampeón de Wimbledon y actual entrenador de Novak Djokovic) “¿Usted siempre ha sido campeón?”. “No”, contestó. Aunque cuando era más joven había sido seleccionado como una promesa, había otros niños que jugaban mejor que él y parecían estar más dotados, de modo que solía jugar con las chicas, que eran contrincantes más adecuados, ya que los chicos tenían un mayor talento natural.
- “¿Y dónde están ahora todos esos chicos?, ¿Qué fue de ellos?” preguntó el entrevistador.
- “Sencillamente no triunfaron, a pesar de todo su talento no tenían lo que hace falta”. Contestó el ex jugador.
- “¿Y qué es lo que hace falta?”.
- “Tienes que quererlo lo bastante”.
- “¿Ése es el secreto?” volvió a preguntar el entrevistador.
- “No, hay algo más. Se necesita disciplina. Al margen del talento natural que tengas tienes que tener disciplina para alimentarlo y desarrollarlo. Tienes que establecer un orden de prioridades y renunciar a muchas cosas que pueden parecer muy atractivas”.
- “¿O sea el secreto es la disciplina?”
- “No, hay otra cosa más”, dijo la estrella del tenis. “… y es más dura y exigente que las dos primeras juntas. Se necesita humildad, no importa lo bueno que seas. Se necesita humildad para escuchar a los entrenadores, aceptar consejos, probar otras posibilidades y admitir que no lo sabes todo. El feedback es el desayuno de los campeones. Estas tres cosas, querer lo que se hace, disciplina y humildad es el secreto de mi éxito”.
Esta entrevista nos ayuda a comprender que las grandes estrellas del deporte de élite no lo son sólo por su talento natural. No es el destino, no es la mano de Dios lo que determina nuestro éxito, si no lo que nosotros elegimos hacer en nuestro día a día con nuestras virtudes y habilidades naturales. Las personas necesitamos percibir que controlamos las cosas que nos importan, es decir, a través de nuestra conducta podemos ser capaces de influir en esos objetivos valiosos para nosotros. Esto es lo que se conoce como percepción de control, que es la base de la autoconfianza y seguridad, aspectos decisivos en la fortaleza psicológica.
¿Cómo podemos influir en nuestros resultados?
Esfuerzo y constancia. Dos palabras sencillas y al mismo tiempo tan difíciles de conseguir. Una vez que he elegido lo que quiero conseguir en mi vida sólo necesito regarlo a través de conductas constantes y que me generen al menos un mínimo esfuerzo. Por lo tanto, es importante desarrollar experiencias de percepción de control orientándonos hacia nuestras virtudes, lo que nos llevará a encontrar soluciones, en vez de centrarnos en los fallos y limitaciones que podamos tener. Algunas estrategias podrían ser:
- Establecer objetivos alcanzables teniendo en cuenta nuestras capacidades y tiempo.
- Centrarnos en nuestras habilidades y destrezas.
- Aceptar limitaciones y aprender a “darles cera para pulirlas”.
- Centrarnos en conductas que podemos controlar y desechar aquellas que no.
Existe un deporte que practicado de manera amateur genera esta sensación de control a través de la constancia y el esfuerzo. Ese deporte es el running. Hoy día podemos ver a muchas personas “enganchadas” a este deporte. El corredor tiene un perfil disciplinado, ama su deporte y está dispuesto en todo momento a seguir aprendiendo. Se marca nuevos retos, nuevas carreras, medias maratones e incluso maratones. El running podría ser la metáfora perfecta para la consecución de cualquier objetivo importante en nuestra vida. Partimos como principiantes, personas que no tienen ni las zapatillas adecuadas, poco a poco a través del esfuerzo y la constancia cada vez se disfruta más del deporte, del camino, hasta que llega un día en el que echando la vista atrás nos damos cuenta de todo lo que hemos conseguido.
Lo que hago cuando las cosas no me van bien…
“Cuando las cosas no me van bien, me gusta pensar en el picapedrero que ha golpeado su piedra mil veces, sin conseguir más que una leve fractura. Pero a la mil y una, la piedra al fin se parte. Y yo sé que no la rompió la fuerza del último golpe, sino la constancia de los mil anteriores.”
Cita que cuelga en el vestuario de San Antonio Spurs, campeones NBA2014
* Extracto de una entrevista radiofónica reconstruida a Boris Becker en la década de los 90
@chescotrillo
Perfil profesional en LinkedIn. http://lnkd.in/fUHHis