Virgilio Moreno // @virgiliomoreno
Llevaba tiempo queriendo retomar mi espacio de opinión aquí y quería hacerlo además hablando del Linares Deportivo, pero no encontraba un tema recurrente, especial, atrayente, que llamara la atención. Ayer, a última hora de la tarde, un callado futbolista, un profesional, me daba el argumento. Javi Quesada hacía el empate del Linares en Jumilla, tras haber ido perdiendo por 2-0 y se convertía en uno de los pocos jugadores que ha marcado goles con la camiseta del nuevo Linares Deportivo desde la categoría más baja de nuestra provincia, la Primera Provincial (ahora con esto de los cambios Tercera Andaluza), hasta la Segunda División B.
Si algún día me dedicara a ser entrenador de fútbol, quisiera en mi equipo 11 Javi Quesada. Un jugador que suma mucho en el césped, como se vio en Jumilla, pero que también suma en el banquillo, en el grupo. Que no cambia su cara al verse titular o suplente en la pizarra del vestuario. Que no utiliza twitter, Instagram o Facebook para ‘pegar tiros’ a su entrenador cuando éste no lo considera de la partida. Por eso es un hombre querido en Linares. Si Carles es el motor del equipo Javi Quesada es la gasolina que hace que ese vehículo funcione.
Los que conocen su trayectoria sabían que Javi Quesada iba a ser importantísimo en esta temporada del ‘regreso’, en el año de la vuelta al fútbol profesional del equipo azulillo. Y con actuaciones como la de ayer ya lo está demostrando. A veces, la suerte aparece y le toca la primitiva a nuestro cuñado, al que menos lotería juega de toda la familia. Pero eso suelen ser casualidades. Normalmente, ‘el Gordo’ le va a tocar al que siempre mete, al que lo busca. Javi Quesada sabe muy bien lo que ya hace años decía Donald Kendall: “el único lugar donde el éxito viene antes que el trabajo es en el diccionario”.