Francisco Trillo // @ChescoTrillo
La educación en valores se esta convirtiendo en parte esencial del entrenamiento deportivo, produciendo un cambio de paradigma hacia contemplar el deporte como una actividad no sólo física si no humana.
Tras el sonido del timbre que marca el fin de la jornada escolar, cientos de niños respiran aliviados y al mismo tiempo ilusionados, al saber que esta tarde, en pocas horas, van a practicar su deporte favorito: El futbol. Las Escuelas de Futbol Base cada vez proliferan más. Son muchos los jóvenes que cada semana entrenan ilusionados de cara al partido del fin de semana, afortunadamente, el fútbol es una de las actividades deportivas que los jóvenes practican con más interés en nuestra comunidad.
El concepto de Escuela es definido por Gairín (1978) como un lugar específico para la educación sistemática, entendida en el sentido amplio de ubicación, que abarca el conjunto de circunstancias que acompañan a una realidad (espacio físico, entorno humano, disposición…). Según Lorenzo Delgado (1995) es un ecosistema social y humano. Por lo tanto podríamos hablar de cómo la escuela es un contexto que en cierta forma anticipa a nuestra sociedad, una especie de laboratorio donde aprendemos gran variedad de conceptos, conductas, valores y formas de relación con otras personas que más tarde pondremos en práctica en nuestro contexto social.
La Escuela deportiva
Si unimos los conceptos escuela y deporte, según la definición de escuela y los valores que transmite el deporte, llegaríamos a una reflexión muy positiva y constructivista. Es una fusión perfecta, un lugar donde los valores del deporte son enseñados sistemáticamente para dotar al educando de una serie de herramientas para la vida. Sin embargo… ¿Realmente se consigue?, ¿cuáles son los objetivos de las Escuelas deportivas?.
En palabras de David Llopis, psicólogo responsable del Área de Psicología de las categorías inferiores del Levante, la Escuela de Futbol Base debe ser concebida como una organización con unas características especiales de funcionamiento, en la que los protagonistas son los niños/as y jóvenes que, a través de la programación y realización de unas actividades diseñadas siguiendo unos principios psicopedagógicos, desarrollan sus cualidades personales a través del fútbol.
Los valores se van inculcando en cada entrenamiento y partido a través del proceso enseñanza aprendizaje que depende del ”triangulo deportivo”: Familia, educadores (entrenadores) y jugadores. Valorar es responder, clarificar los fines o direcciones vitales en términos de acciones poniendo en concordancia la relación pensamiento-sentimiento-conducta. Es necesaria la reflexión ante la oportunidad que nos ofrece el deporte para transmitir la educación en valores en el contexto del fútbol. Para ello esta tabla de valores positivos y negativos y sólo estas dos preguntas orientadas a las familias nos ayudarán a definir la identidad de nuestra escuela.
-¿Por qué juega mi hija/a al futbol?
– Como padre y madre, ¿qué espero que el fútbol aporte a mi hijo/a?
La victoria, una meta errónea
En ocasiones el ambiente de partido se vuelve tenso, terrenos de juego con padres que asumen rol de entrenador y dan indicaciones al mismo tiempo que el entrenador. Estas situaciones en las que el niño siente la presión de ganar, de no fallar, produce estrés, descolocación y confusión en los jóvenes. Nuestros objetivos deben pasar por aprender el valor de jugar en equipo, ayudarnos entre todos en el fallo e ir a una.
Cuando hablamos de formación deportiva base, asumimos de forma implícita el desarrollo personal y mejora deportiva del joven. Los objetivos que se plantean son varios, hábitos de vida saludables en alimentación y sueño, descubrimiento de nuevos deportes, relaciones sociales, autosuperación, compromiso… Es decir, el desarrollo global del joven deportista debe basarse en el aprendizaje y disfrute de la actividad física en todos los casos ya que la mayoría de los deportistas no llegarán a la élite, pero si podrán beneficiarse de su práctica (Buceta, 2014).
Para educar en el mundo del futbol, además mejorar el rendimiento deportivo de manera integral, es necesario saber y querer transmitir valores positivos. De la misma manera que se entrena para automatizar un gesto técnico o una rutina se puede automatizar la transmisión de valores. En un principio podrá ser tedioso y requerirá tiempo y recursos, sobre todo motivacionales, sin embargo después ira fluyendo de forma natural entre cuerpo técnico, jugadores y familias. Sólo si tenemos en cuenta que el fútbol no es un actividad física, sino humana, atendiendo a la ilusión de ese niño que sale del colegio y desea ir a jugar al futbol, podremos poner en valor nuestros valores como escuela deportiva.
@chescotrillo
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