Francisco Trillo // @ChescoTrillo
En un vestuario se hace fundamental la regulación de los egos en los jugadores. Los equipos que trabajan la cohesión de sus integrantes estarán en mejores condiciones psicológicas para afrontar situaciones desafiantes que aquellos en los que sus estrellas se sienten superiores por su calidad técnica.
La mitología griega nos relata el mito de Narciso, un joven muy hermoso del cual todas las doncellas se enamoraban. Tiresias, un famoso vidente, había predicho que el joven Narciso viviría por muchos años, siempre y cuando él no se viera a sí mismo. Narciso a sus 16 años era apuesto y tan arrogante que incluso llegaba a ignorar los encantos y virtudes de los demás. Una ninfa, Eco, se enamoró de él. Narciso rechazó a la ninfa y ella enloqueció. Había también muchas mujeres que había rechazado, una de las cuales quería enseñarle el sufrimiento del amor no correspondido (Némesis). Un día, mientras descansaba frente a un lago cristalino, Narciso vio su propio rostro en el agua y se enamoró de sí mismo. Al no poder conseguir su «nuevo amor», pues cada vez que se acercaba al agua, desaparecía, enloqueciendo de desamor. En una contemplación absorta de sí mismo e incapaz de dejar de mirar su imagen, acabó arrojándose a las aguas donde murió.
El relato del mito de Narciso fue escrito por Ovidio en el año 43 a.C y utilizado por Sigmund Freud en 1914 donde articula su teoría sobre el “Yo y el ideal del Yo” en su libro “Introducción del narcisismo”. Hoy día el narcisismo caracteriza un rasgo de personalidad que sobrevalora la importancia propia y un gran deseo de admiración por parte de los demás. El Yo se anticipa al Otro, creyendo no necesitar al grupo para ser lo que son.
El mito contemporáneo: El equipo
En el fútbol profesional de élite, como en cualquier otro deporte que se practique en equipo, reclama forzosamente un tratamiento social o de grupo humano en un mundo artificial y elitista lleno de egos. El equipo es el soporte, fundamento y referencia de los individuos que lo conforman (Coca, 1986). Un futbolista no puede triunfar en el fútbol sin tener una conducta paralela al de los compañeros que conforman el equipo. En términos de entender el fútbol no existe otra forma que a partir del comportamiento social que potencian las cualidades de los individuos por una razón, ganar.
Con este encuadre el futbolista debe hacer un proceso reflexivo y orientarse “Del Yo al Nosotros”. Esto conlleva ser consciente de que acepta formar parte de una comunidad, llamada equipo, y que no sólo piensa para él si no por una entidad humana-deportiva con intereses comunes (a veces alguno de estos irá en su contra) pero que a la larga beneficiarán al equipo y, por lo tanto, a él mismo.
En un deporte de equipo, cuando un jugador no es capaz de pasar del “Yo” al “Nosotros” pueden aparecer varios síntomas y problemas dentro de este como la pérdida del compromiso del equipo y del equilibrio emocional, división del equipo y apatía. Los jugadores técnicamente extraordinarios llegan a ser jugadores geniales sólo cuando ayudan a sus compañeros a ser mejores jugadores. De esta forma el resto de compañeros se unen al liderazgo de estos jugadores y puede nacer un equipo campeón.
Construyendo el equipo a partir de la cohesión
Una de las claves que tiene que tener un entrenador es saber crear un grupo de personas cohesionado y tener inteligencia emocional para conseguirlo. Para construir un equipo cohesionado es fundamental el entrenamiento de la comunicación con los compañeros y cuerpo técnico, así como considerar las relaciones y el contexto deportivo para lograr el sentimiento de pertenencia al club y la propia identidad del equipo. Según Daniel Goleman, experto en inteligencia emocional, el manejo emocional grupal determina la capacidad de un equipo para gestionar sus emociones, cultivando confianza mutua, identidad y eficiencia de grupo maximizando valores como la cooperación y la solidaridad.
Existen varios casos de deportistas técnicamente inigualables que, en sus inicios, no pudieron conseguir títulos importantes con sus equipos por anticipar el Yo al Otro, creyendo no necesitar al grupo para triunfar. Por citar tres casos de deportes diferentes, tenemos a Michael Jordan que tras tres finales consecutivas perdiendo, con récord histórico de puntos, gana su primer anillo con Phil Jackson en 90/91 a los Lakers de Magic Johnson. Modifica su estilo de juego, anota menos puntos (aunque sigue siendo el máximo anotador) pero el equipo se siente más cohesionado con jugadores como Pippen y Grant. Ganó 6 anillos y 6 MVP de la final. El caso de Manel Estiarte, capitán de la selección española de Waterpolo, es también significativo. El “Maradona del agua”, fue elegido mejor jugador mundial 7 años consecutivos 86-92, ganó todos los títulos posibles. Sin embargo los JJ.OO no los conseguía ganar con España, aún siendo máximo goleador en cuatro juegos consecutivos. Tras la derrota de Barcelona´92 hizo una reflexión en su estilo de juego, defendió, combinó con sus compañeros. Dejó de ser máximo goleador pero ganó el Oro en Atlanta´96 con España. Su sacrificio personal significó el éxito de todos. Por último el caso de Cristiano Ronaldo, tras las declaraciones de hace unos días en las que no necesitaba ser amigo de sus compañeros, ir a cenar con ellos o darse besos y abrazos añadió, días mas tarde, que si ellos tuvieran su mismo nivel el equipo podría ganar más títulos. Cristiano, aún no ha entendido la importancia de la cohesión, en ocasiones hacer “piña” o tener un equipo que parezca una familia donde los jugadores se besen y abracen entre ellos, puede aportar ese plus para las ocasiones donde el equipo debe afrontar desafíos y retos en momentos delicados de la competición como el día del derbi contra el Atlético de Madrid.
La cohesión comienza con una visión en la que todo el equipo pueda creer y con una imagen del equipo a la que merece la pena pertenecer. En deportes de equipo y sobre todo en la élite del fútbol donde nos encontramos con un mundo más propio de la mitología que de la vida cotidiana de cualquier persona, existen muchos “Narcisos” que sólo ven el reflejo de sí mismos cuando miran en el espejo de su vestuario. A estos chicos jóvenes y deportistas el cuerpo técnico debe tratar de hacerles ver en ese espejo, por el bien del equipo, el reflejo de sus compañeros y que comprendan que para tener una vida deportiva de triunfos es necesario considerar el proverbio japonés: “Ninguno de nosotros es más listo como todos nosotros juntos”.
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