Alejandro Copete // @Ale_Copete
El equipo azulino volvía al grupo IV para disputar su tercera temporada en la Segunda B bajo su actual denominación tras una temporada que se puede decir de fondo: guardarte las fuerzas para el final. Con unos play-offs de ascenso de ensueño, donde no perdió ningún partido, la provincia de Cádiz ganó otro representante. Al inicio de la temporada el cuadro dirigido por el debutante en el bronce Méndez compraron el discurso típico de un recién ascendido: compacto atrás y veloz arriba. También formaba parte de ese discurso el pésimo comienzo con tres derrotas, pero la cosa ha ido a más.
Actualmente el San Fernando está cerca de la media de puntos que le darían la salvación con sus 16 puntos y su octavo puesto en la tabla. Encadena rachas ganadoras junto a derrotas. Lleva 15 goles anotados y 15 encajados. Solamente lleva un empate en toda la liga. Y sus malos números como local los compensan siendo el segundo mejor equipo visitante de toda la Segunda B. Un miedo escénico delante de los suyos que se puede achacar a un conjunto que se siente más cómodo cuando no tiene el balón que cuando tiene que tomar la iniciativa del ataque.
La entidad azulina prefirió no arriesgarse demasiado económicamente en este regreso al Grupo IV y renovó a la gran mayoría de los puntales del San Fernando en Tercera División. Se fueron jugadores importantes como Maldonado, Ñoño o Carlitos; pero se quedaron gente de calidad contrastada como Amarito (actualmente baja por motivos personales), Édgar y Dani Martínez. Y a la hora de las altas se apostó por el regreso de jugadores de la tierra como Regino tras su aventura extranjera y Carralero, actual pichichi del equipo con 5 tantos. Otro fichaje de calidad fue Gerrit para dominar el centro del campo, quizás la zona con más calidad del equipo gaditano. Un jugador con experiencia en Segunda y que cuando ha bajado al fango de la Segunda B ha demostrado lo que vale.
La victoria in-extremis contra el Marbella sirvió para confirmar el peligro que tiene este equipo cuando juega lejos del Estadio Iberoamericano y para llenar de moral a una plantilla y cuerpo técnico cuyo objetivo es llegar a convencerse a ellos mismos que pueden pelear contra cualquiera y no solamente eso, también pueden vencer al final. Acomodarse a la lucha y a la supervivencia.