Rosa Bárcenas
Existe una modalidad deportiva, dentro de las cada vez más numerosas versiones de visitar las montañas en invierno, que es el esquí de travesía. Esta forma de moverse por espacios nevados, tiene su origen, dice la historia, en diversos lugares del planeta, allá donde las largas nevadas impedían el movimiento de los lugareños. A mí, el dato que más me llama la atención, es el uso de este medio de locomoción por Fridtjof Nansen y su equipo, científico explorador noruego que en el 1.888 utilizó este mecanismo para atravesar la meseta de Groenlandia, así sin anestesia, proeza que a fecha de hoy no se ha vuelto a repetir.
Hoy por hoy se ha convertido en un deporte ya no es una necesidad, es una actividad diferente que tiene como objetivo subir a una cumbre o realizar una travesía caminando con unos esquís especiales para luego descender esquiando, siendo al fin y al cabo mi reto, el mismo que me motiva a escalar, correr o andar, que es disfrutar del monte y celebrar a su fin la ‘proeza’.
Para mí es una de las actividades más completas y atractivas de las que practico, ya que después del esfuerzo de subir a una cumbre a base de piernas y corazón, te llega el regalo de poder bajar en un tercio del tiempo que has empleado en subir, flotando por la nieve porque esquiar en nieve virgen por una montaña sin remontes en un paisaje completamente blanco para mí se asemeja al paraíso. Para mí, claro, que soy un poquillo rara…
La nieve suele dar silencio, da un aspecto diferente a lo que estamos acostumbrados a ver en el monte, de repente todo se pinta de blanco y aparece una estampa monocromática que por la razón que sea da un ambiente increíble de paz, es un medio hostil y duro pero es como si ese aspecto relentizara el tiempo. Bien es sabido que el color influye en cómo nos sentimos, asociamos el color blanco a la pureza, es la máxima expresión de la luz, nos aporta sensaciones de brillo y claridad; un color que, como norma general, posee connotaciones positivas.
Imaginad caminar en un ambiente así, respirando aire limpio y frío para luego desde los más alto deslizaros tranquilamente por una suave ladera de bellas vistas hasta abajo. Pues eso un ‘flipe’, no digo más…