Pedro Ángel Latorre
A principios de Julio en los cursos de verano de la Universidad de Jaén, Intendente Olavide, abordamos en una mesa redonda diferentes expertos esta temática. Y lo primero que debemos analizar es si las pruebas populares, y me refiero a todo este tipo de carreras pedestres, trail, marchas ciclistas y triatlones que han proliferado de manera extraordinaria estos últimos años son una moda pasajera y sobre todo si son saludables. Lo que está claro es que todas ellas son pruebas populares, es decir, en las que participan atletas aficionados o como me gusta llamarles, atletas recreativos. Pero, ¿qué es un atleta aficionado o recreativo?, pues es importante recalcarlo ya que es posible que alguno haya caído en la “despersonalización deportiva” y arengado por las redes sociales se halla ubicado erróneamente en otro sitio. Pues bien, un deportista aficionado, es aquél que no es profesional, o más aun, aquél para el cual el deporte es parte de su tiempo libre y de su estilo de vida. Pero, y volviendo al rebuscado concepto de “despersonalización deportiva”, habría que cuestionar si algunos de estos deportistas que dedican más tiempo a los entrenamientos, a las competiciones y a demás accesorios que abunden más en esa ensoñación elitista (alimentación, tecnología, visitas al fisio…) que a su propia vida personal o familiar, saben en qué estatus deportivo están.
También es necesario saber lo que implica el entrenamiento deportivo, pues bien éste supone una manipulación orgánica que provoca una respuesta aguda y crónica de todo el organismo, desarrollándose adaptaciones sistémicas de todo el cuerpo: endocrinas, cardiorrespiratorias, músculo-esqueléticas e incluso mentales. Por tanto, la adecuada prescripción del entrenamiento deportivo, determinando de manera precisa los parámetros de la carga (intensidad, volumen, frecuencia, densidad) y organizándola en una temporalización ajustada sobre todo a las características del sujeto, garantizarán, no sólo la mejora deportiva sino sobre todo la protección de la salud, lo cual cobra extraordinaria importancia en el atleta recreativo. Sin embargo, en un estudio que realizamos hace unos 4 años en la UJA, determinamos que la mayor parte de atletas recreativos veteranos no tienen entrenador, entrenan poco, eso sí invierten más de 100 euros en la compra de un par de zapatillas deportivas; lo cual se concreta en parte en la alta tasa de lesiones que presentan estos deportistas. También es importante destacar que la falta de cultura deportiva en nuestro entorno unido a la desregularización y control sanitario a la hora de prescribir entrenamientos deportivos provoca que en España cualquier individuo sin titulación alguna se convierta en entrenador, lo que representa un clarísimo factor de riesgo sanitario.
Una vez abordado brevemente lo que representa un atleta recreativo y lo que es el entrenamiento deportivo, analicemos si las pruebas populares son una moda. Esto es un artículo de opinión, no un estudio sociológico, pero me atrevo a decir que sí, es una moda, y una moda es en estos tiempos es una costumbre impuesta desde la industria, así que, los que han diseñado este calendario disparatado de pruebas populares, a la cual más dura y exigente, en las que hay que abonar una determinada cuantía económica, no han pensado en nuestra salud sino más bien en su interés económico o de otro tipo.
Y finalmente, es saludable competir prácticamente todos los fines de semana, es saludable correr tres maratones al año, o 10 medias maratones, o dos Ironman, la respuesta es fácil, cuando competimos en este tipo de pruebas de resistencia, exponemos a nuestro organismo a un estrés fisiológico muchas veces extremo, en consecuencia, si analizamos un perfil muy importante de participante en este tipo de pruebas: entre 35 a 55 años, que se autoentrena, con escasa trayectoria deportiva, en algunos casos con sobrepeso y sobre todo sin control biomédico, la respuesta es que no es para nada saludable. Pero es que la literatura científica es prolija en aportar datos sobre este asunto, así en un excelente artículo O’Keefe et al., (2012) destacan que aunque una rutina de ejercicio regular es altamente efectiva para la prevención y el tratamiento de muchas enfermedades crónicas y la mejora de la salud cardiovascular y la longevidad. Sin embargo, el ejercicio de resistencia excesivo a largo plazo puede inducir una remodelación estructural patológica del corazón y las arterias. Así, el entrenamiento crónico para competir en eventos de resistencia extrema como maratones, ultramaratones, Ironman, largas carreras de bicicleta, puede causar sobrecarga transitoria del volumen de las aurículas y el ventrículo derecho y elevaciones de los biomarcadores cardíacos, todos los cuales vuelven a la normalidad dentro de una semana. Pero, durante meses o años de lesiones repetitivas, este proceso, en algunas personas, puede provocar fibrosis miocárdica, creando arritmias ventriculares. Además, el ejercicio prolongado excesivo a largo plazo puede estar asociado con la insuficiencia coronaria y disfunción diastólica. Datos corroborados previamente por otros autores como La Gerche et al. (2011) y Wilson et al. (2011). A su vez, Asplund (2014), analizando varios estudios, subraya que cuando se observan dos índices que evalúan la salud coronaria, se encuentra que tanto la troponina como el calcio en la arteria coronaria son anormales en aquéllos con un historial de entrenamiento de resistencia prolongado. También se cree que el área de cicatrización del músculo cardíaco que se encuentra en algunos atletas de resistencia veteranos puede ser el origen de ritmos cardíacos potencialmente peligrosos. Todo ello en parte debido a que las personas que hacen entrenamientos de resistencia a largo plazo y mantienen un ritmo cardíaco elevado, presión arterial y gasto cardíaco pueden generar inflamación y radicales libres. Apunta además que no se ha encontrado que las pruebas de esfuerzo sean útiles para prevenir el riesgo, pero si el calcio coronario es mayor a 100, el atleta puede estar en mayor riesgo de un evento cardíaco durante el ejercicio, especialmente con otros factores de riesgo existentes. Y uno de los factores de riesgo que destaca Asplund (2014) es el antecedente de tabaquismo. Ni que decir tiene que la práctica sistemática de deportes de resistencia puede llevar al sujeto a la adicción al ejercicio, provocando un proceso psicopatológico que compromete su vida familiar, laboral y su salud.
Mi recomendación, a partir de los 35 años realizarse un examen biomédico previo que determine factores de riesgo y contraindicaciones y ponerme en manos de un entrenador titulado, a ser posible que provenga del ámbito universitario, es decir, Licenciados o Graduados en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte.
Referencias
Asplund, C. A. (2014). Have a Heart: Can Too Much Exercise Be Bad?. ACSM’s Health & Fitness Journal, 18(4), 47-49.
La Gerche, A., Burns, A. T., Mooney, D. J., Inder, W. J., Taylor, A. J., Bogaert, J., … & Prior, D. L. (2011). Exercise-induced right ventricular dysfunction and structural remodelling in endurance athletes. European heart journal, 33(8), 998-1006.
O’keefe, J. H., Patil, H. R., Lavie, C. J., Magalski, A., Vogel, R. A., & McCullough, P. A. (2012). Potential adverse cardiovascular effects from excessive endurance exercise. In Mayo Clinic Proceedings, 87, 6, 587-595.
Wilson, M., O’Hanlon, R., Prasad, S., Deighan, A., MacMillan, P., Oxborough, D., … & George, K. (2011). Diverse patterns of myocardial fibrosis in lifelong, veteran endurance athletes. Journal of applied physiology, 110(6), 1622-1626.
Pedro Ángel Latorre Román
Doctor en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte.
Experto universitario en entrenamiento deportivo y medicina deportiva
Profesor de la Universidad de Jaén