Rosa Bárcenas
En una milésima de segundo, a veces el mundo se derrumba, se vuelve del revés y a modo de guantazo sin gracia te cambia la vida. A veces el caos se podía haber evitado pero que relativo es eso cuando no lo evitamos en su momento. En la montaña, como en el resto de las cosas, también hay sombras, no todo es aire limpio y fresco, a veces un mal paso simplemente te cuesta la vida, es así de absurdo, así de fácil, así de incomprensible e incoherente.
Ahora hace cinco años que perdí un amigo en la montaña, de la forma más insólita y casual, tan simple como un mal resbalón…pero nos quedamos sin él, y sin él seguiremos para siempre. Yo cada año le dedico mi mejor rato montañero de esos precedentes 365 días porque aún no me lo termino de creer.
La cuestión es la de siempre, ¿cuál es nuestro destino?, ¿hasta dónde somos dueños de él?, ¿hasta qué punto podemos cambiar el orden de las cosas?, ¿está en nuestras manos algún hilo que nos permita mover un ínfimo milímetro nuestro paso para cambiar el resultado de cada una de nuestras decisiones, de cada uno de nuestros movimientos? Personalmente creo que no, es mi opinión.
En cualquier caso las adversidades son las que nos curten, las que nos hacen crecer y madurar y bien gestionadas hasta nos dotan de más coherencia simplemente porque nos enseñan a darle más valor a las pequeñas cosas, al simple hecho de respirar y no nos queda otra que seguir y permanecer aferrados a que no todo es malo y ese mundo derrumbado mientras respiremos, se puede volver a levantar.
Como dice la canción de los 091, las espinas son lo bello de la rosa, no podemos olvidar que los gusanos se convierten en mariposas, que hay perlas escondidas dentro de las ostras y que hay tesoros cubiertos de escoria, así que toca continuar amigo del cielo, sé que me acompañas.