José Luis Urgel // @JoseLuis_Urgel
El iliturgitano Simón Cruz tiene claro que el deporte en estos momentos es una cuestión secundaria y que «lo primero es la salud», asegura en una conversación con esta redacción. El jugador paralímpico de bádminton reconoce que pasar tanto tiempo confinado en casa no está siendo fácil y menos sencillo cuando en la prensa aparecen las mismas noticias. «Esta semana he intentado no ver la televisión para no saber nada. La semana pasada estuve un poco de bajón porque es doloroso».
Ayer, Simón cumplió 44 años. Lo hizo en casa, rodeado de su mujer y sus hijos; sin embargo, «fue duro no poder abrazar ni besar a mi madre», admite Cruz. Su madre tiene 82 años y vive sola. Es su hijo quien se ocupa de ella. La visita todos los días, pero lo hace bien protegido, cumpliendo todas las medidas de seguridad. «Voy bien protegido con mascarilla y guantes, guardamos la distancia y solamente estoy con ella 20 minutos. Me ha dijo ‘¡Ves Simón! Los momentos de felicidad hay que aprovecharlos al 100 % porque después pueden venir momentos como esto'», cuenta emocionado el deportista paralímpico.
«A raíz del accidente supe que debíamos aprovechar al máximo los momentos de felicidad, pero parece que a uno se le va olvidando con el paso del tiempo», señala.
Antes de que el Gobierno de España decretase el estado de alarma, Simón Cruz había comenzado a entrenar bajo las órdenes de José Cubero, «un chaval que está terminando ahora la carrera en la Universidad de Sevilla», cuenta. Las videollamadas a través de Internet están siendo el gran aliado para poder seguir ejercitándose. «Entrenamos dos días sí y uno no», explica el iliturgitano.
Durante estos días de confinamiento está haciendo sentadillas, sentadillas con salto, ejercicios para la espalda, ejercicios de cambios de dirección y sprints de cuatro o cinco metros en el pasillo. También abdominales y ejercicios de plancha. «Todos estos trabajos de fuerza los haremos hasta esta semana. Descansaremos un par de semana y ya empezaremos con una preparación con la vista puesta en los campeonatos que se celebren cuando se restablezca la situación», explica Cruz.
Además, se muestra muy agradecido con el gimnasio AquaGym DOS de Bailén porque le han cedido una bicicleta de spinning hasta que termine la cuarentena. «El miércoles me hice 25 kilómetros durante unos 40 minutos, que está bien porque antes lo que hacía era andar por el pasillo. Mi pasillo tiene unos 10 metros de largo y entonces andaba unos 20 minutos en la parte de abajo y otros 20 minutos en la de arriba», señala. Unos ejercicios que él mismo tacha de «locura porque terminas con la cadera y con la pierna de los cambios de dirección hecho polvo».
A pesar de las circunstancias, está intentando coquer la raqueta y su cochera se está convirtiendo en el escenario de competición, aunque sin red. «Lo que hagos son cuatro series de 100 toques. Primero lo hago yo solo en la pared y después se pone mi mujer conmigo e intercambiamos golpes. Nos damos 150 o 170 toques, mínimo 100, y así tres o cuatro series».
«Para echar el rato está bien, para competir es una ridiculez pero es la única forma de mantenerme físicamente o tener el cuerpo preparado para que cuando vuelva a entrenar no sea una carga tan dura», dice Simón, que afirma que cuando toda esta situación termine y puedan volver a la normalidad «será como empezar de cero». El iliturgtiano vaticina que «cuando vuelva a coger la raqueta y a desplazarse por el campo será como si se tratase de la primera vez».